La fragilidad y tendencia
a la fragmentación de las uñas constituye un problema muy frecuente que, aunque
no grave, puede preocupar a la persona que lo sufre, debido a sus repercusiones
estéticas y a la dificultad que supone para realizar muchas de las tareas
cotidianas. Todo esto hace que la fragilidad de las uñas sea uno de los
principales motivos de consulta con referencia a las uñas en la consulta del
dermatólogo.
¿Por qué se rompen las uñas?
Lamentablemente, el
problema de las uñas quebradizas suele originarse por diversos factores que
actúan unidos, de forma que no suele ser posible eliminar el problema de forma
rápida y con un solo procedimiento. Estas causas pueden ser locales, es decir por
agentes nocivos que afectan directamente a manos y uñas, o sistémicas, como
reflejo de enfermedades generales en las que también se deteriora la
flexibilidad y dureza de las uñas.
Cualquier proceso
inflamatorio o infeccioso de los dedos puede producir alteraciones transitorias
en las uñas, que normalmente se resuelven progresivamente, bien cuando se trata
la enfermedad puntual, o incluso sin utilizar ningún tratamiento específico. El
ejemplo más típico es la infección por hongos de las uñas (onicomicosis), para
la que ya existen tratamientos eficaces que suelen conseguir la recuperación,
lenta pero completa, de las uñas.
Pero en otros muchos
casos, las uñas muestran alteraciones y tendencia a abrirse en capas o
fracturarse ante rozamientos o pequeños traumatismos, habituales en las tareas
cotidianas, sin que se hayan producido problemas previos en los dedos. En estos
casos, el problema puede residir en enfermedades generales que pueden
repercutir en las uñas (en especial anemia, endocrinopatías, alteraciones
renales o hepáticas o déficits vitamínicos). Es además importante descartar que
el problema sea de origen medicamentoso, ya que un gran número de fármacos
pueden alterar lentamente el crecimiento normal de las uñas, sin que la persona
que los utiliza perciba el problema.
¿Cómo
se diagnostica el problema?
Lamentablemente, no existe
ninguna prueba específica que determine de forma simple el origen de la
fragilidad de las uñas. El diagnóstico de cada paciente debe ser
individualizado y orientado por el especialista (en este caso el dermatólogo),
que evitará la realización de pruebas innecesarias y excesivas, o cultivos
repetidos que tan sólo retrasan el tratamiento. Es muy frecuente que tras un
estudio adecuado, no se encuentre una causa específica del problema. Es en
estos casos, que suponen la mayoría de las consultas por este problema, en los
que es más importante establecer unas medidas protectoras para el cuidado
diario de manos y uñas, y como factor fundamental para su recuperación.
Curiosamente, es posible
que el propio paciente que consulta sea el causante fundamental del problema,
debido a la repetición de hábitos inconscientes o "tics" en los que
manipula, o daña sus propias uñas. En estos casos, es sorprendente la mejoría
en cuanto el individuo toma conciencia del problema y elimina el hábito
perjudicial.
¿Se
deshidratan las uñas?
Los mismos factores que
ocasionan sequedad y deshidratación de las manos, actúan sobre las uñas y
empeoran notablemente el problema de la fragilidad. Es muy importante evitar
estas situaciones con que suele ser un factor agravante en los casos de uñas
quebradizas. Para ello, tras mojarse las manos deben aplicarse cremas o
ungüentos protectores a base de glicerina, vaselina o siliconas, y la
utilización habitual de productos humectantes como los que contienen urea o
alfa-hidroxiácidos.
¿Son
perjudiciales los esmaltes de uñas?
El empleo de esmaltes de
uñas es controvertido, y aún más en casos de uñas frágiles. Se admite que
tienen efecto protector y pueden prevenir la deshidratación de la lámina
ungueal, pero su uso supone, lógicamente, la aplicación concomintante de un
quitaesmalte, que puede ser perjudicial. A pesar de que la composición de estos
cosméticos mejora día a día, no es raro que se produzcan irritaciones y
dermatitis debido a su uso reiterado. Por ello, si se decide el uso de
esmaltes, no es aconsejable retirarlos ni reaplicarlos más de una vez por semana.
¿Qué
otros tratamientos locales son útiles para las uñas frágiles?
Los endurecedores
ungueales proporcionan una mayor consistencia a la lámina ungueal,
contribuyendo a la disminución de fisuras y roturas. En la actualidad, suelen
formularse a base de sustancias poco alergizantes (acrilatos y poliamidas) que
sustituyen al formaldehido, origen de muchas reacciones de intolerancia.
Las uñas artificiales o de
plástico pueden utilizarse como recurso cosmético en casos de alteraciones
graves e inestéticas de las uñas. Se fabrican a base de resinas, y se adhieren
a la lámina por medio de colas acrílicas. Si se mantienen durante más de unas
horas, o se retiran de una forma inadecuada o poco cuidadosa, pueden empeorar
la alteración de la uña, por lo que sólo deben usarse como un remedio muy
transitorio, puntual.
Las uñas esculpidas, y su
variante "uñas de porcelana" (endurecidas con polvo de silicio),
consisten en la aplicación de un gel o pasta directamente sobre la uña, de
forma que al endurecerse se pueden modelar a voluntad. Debido al crecimiento
continuado de la lámina, las uñas esculpidas se desplazan lentamente hacia
delante, por lo que deben ser retocadas de forma periódica. A pesar de que en
ocasiones pueden ocasionar intolerancias, este método pueden proporcionar una
solución estética en enfermedades de las uñas para las que no existe
tratamiento efectivo hasta la fecha.
¿Sirven
realmente los tratamientos orales en caso de uñas quebradizas?
Es muy frecuente que a los
pacientes con fragilidad ungueal se les ofrezcan gran cantidad de tratamientos
supuestamente específicos o avalados científicamente para su problema. En casi
todos los casos, estos tratamientos no parten del dermatólogo, y suelen
finalizar en desánimo y frustración en cuanto los pacientes comprueban que su
problema persiste a pesar del desembolso económico.
Excepto en las situaciones
particulares en las que se demuestre que existe un déficit específico, no
existen pruebas definitivas acerca de la eficacia de los tratamientos por vía
oral que incluyen oligoelementos, vitaminas A, B y C, cistina, metionina,
gelatinas y ácidos grasos esenciales. De todos los complejos vitamínicos
existentes, posiblemente los que incluyen biotina a dosis elevadas (2´5 mg/día)
sean los más eficaces, siempre utilizándolos durante varios meses seguidos. En
todo caso, y a sabiendas de que no existe el tratamiento ideal por vía oral,
hay que tener en cuenta que la respuesta será gradual y el problema tardará
meses en solucionarse.
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